domingo, 14 de junio de 2009

Efímeramente...

Es la única forma en la que te podré querer y en la que prefiero que me quieras. No me adores, no me ames, no me entoloaches, mucho menos me levantes un altar; eso si, hazme oración, pero sobre todo- y de verdad te imploro-, quiéreme efímeramente.

No te enojes cuando no responda a tu recurrente pregunta:"¿Me amas?". Perdona mi pesado siliencio, mi mutismo absoluto. ¿De verdad no sabes que todo tiene un principio y un fin?, yo nací hace 19 años y, sin lugar a duda, moriré en algún tiempo futuro al igual que tú y el güey que esta a tu lado. Neta no comprendo tu obstinación fastidiosa de permanecer conmigo toda la vida, ¿Qué no te han dicho que "todo en exceso es malo"?, y no es que sea un sabio, simplemente obedesco lo que me dicta la etiqueta del Tequila que irriga mis venas y arterias y el cual tu te rehusas a beber.

Sólo quiéreme efímeramente. Piénsalo muy bien, medítalo. No puedes pensar que te amo cuando sabes que con el rabillo de mi ojo busco impacientemente la aréola que se deja entrever por el brassiere de la chica- y la cual, no está nada mal- que esta sentada a mi lado, ¿ Piensas qué con estas acciones ruines y descaradas podré amarte y respetarte todos los días de mi infeliz vida?. Estás pendejísimamente equivocada, por decir lo menos.

Mejor ven y platícame cúal es tu canción favorita, aquella que te hizo llorar, orgasmear o adorar al frontman de aquella banda; o qué sentiste cuando por primera vez- y por fortuna no la última- te rompieron el corazón; cuando te desvirgaron, o explícame en que estabas pensando cuando me dijiste que irías conmigo a cualquier parte del mundo- y del inconmensurable universo, cuando muriéramos-, cuéntamelo todo, quiero oler y saber a ti, robarme el botín que es tu alma y salir por la ventana del desprecio y del odio irremediable que trae consigo el final. Quiero que te desprendas de las garras de Morfeo y aceptes, sin reproche, la cruel realidad: tan cruel como una cruda mortal de sábado por la mañana.


Simplemente déjame verte desnuda; déjame oler desde raíz tu monte de venus- mi venus en la arena-, arrebatarte la ropa interior de un jalón, aunque después tenga que pagarla con los fondos destinados a mis viernes de farra con influencia tampiqueña. Déjame sentirte mía, efímera, como aquella primera mirada que me provocó el azoro de contemplar tu sexo, siempre tan frondoso y lleno de misterio.

Espero que esto no te parezca irrisorio, insignifacante; aunque muy en el fondo reconoces que tengo razón, no demasiada, pero la tengo. Y como dijo Dios- que ustedes saben quien es Dios-: "el amor sólo dura un breve tiempo porque no es un razonamiento, es escuetamente un sentimiento, y los sentimientos no perduran",- palabras más, palabras menos.
Querer efímeramente: una especie de delicioso harakiri al corazón.