miércoles, 3 de febrero de 2010

Primera fecha de Phoenix en México


Una Noche fría y húmeda fue la que nos acogió ayer a los centenares de seguidores de la banda francesa, Phoenix.

Revendedores y oficiales convivían como viejos amigos mientras se embutían los últimos tamales por el Día de la Candelaria. “Te sobran o te faltan” eran las palabras que se repetían como un eco en las inmediaciones del Vive Cuervo Salón. En el cual la cita era a las 11.

Llegué con mi compañero, Luis Rdz, con 30 minutos de anticipación. Y después de pasar la típica “revisión de rutina”, nos introducimos en el aposento que colisionaría 28 minutos después.

Mujeres bellas engalanaban el lugar, el cual ya lucia repleto y con un escenario más que dispuesto para que esos muchachos franceses lo tomaran por asalto e hicieran mover a las masas sedientas de rock en un martes laboral que sería la válvula de escape de una rutina entre semana que asfixia y somete, pero que por esta noche se transformaría metafórica y temporalmente en un viernes social.

Faltando dos minutos para las once las luces fueron apagadas y la expectación nos tomó por sorpresa al escuchar los sintetizadores que creaban la atmósfera para que “Lisztomania” sonara y nos pusiera a saltar.

El público acompañó con sus voces a un Thomas Mars que se mostraba fascinado y entusiasta, producto del furor que el público mexicano destiló en cada momento de la presentación. Acatando las órdenes de ese galo sorprendido por el recibimiento y el cual no disimulaba en lo absoluto. Como si se preguntara sí de verdad merecía tanta entrega.

El baterista (cuyo nombre desconozco, por ser un músico invitado y el cual no fue presentado) dejó al respetable estupefacto por la vehemencia con la que atacaba su instrumento: haciendo sangrar su bateria con cada baquetazo en sintonía con las guitarras de Christian Mazzalai y Lauren Brancowitz, además del parsimonioso bajo de Deck D´Arcy.

Los minutos transcurrían y el viaje musical nos llevaba por una marea que subía y bajaba. Temas como “Long distance call" ,“Lasso”, “Too Young”, “Rome”, “Run, run, run” o “If I ever feel better” nos impedían parar el cuerpo por lo menos unos momentos y tomar un respiro para poder continuar en el vaivén de emociones.

Poco a poco el final se acercaba y prácticamente se habían tocado las mejores rolas hechas durante sus 11 años de existencia. El encore presentó “Everything is everything”, “Playground love” (cover de Air), “Consolation prizes” y la omnipotente “1901”. Canción que hizo del público un vasallo que estaba a los pies de Thomas Mars y sus secuaces.

Mucho sudor, buyas y calidez en exceso fue en lo que se convirtió esa noche fría de Polanco. De esas noches de rock que no se olvidan.

No hay comentarios: